sábado, 25 de agosto de 2007

Dime qué tipo de persona y de profesional eres y te diré cómo evalúas..

La evaluación esta condicionada por varios agentes y factores que inciden sobre ella.
El primer factor señala que la evaluación esta condicionada por disposiciones legales que la inspiran y la regulan. El profesional no puede hacer la evaluación de la manera que se le antoje sobre aspectos que desee.
El segundo, acerca de las supervisiones institucionales donde la forma de evaluar esta supervisada por agentes que velan por el cumplimiento de la norma, por lo tanto, los profesionales deben seguir las pautas reguladoras.
El tercer factor es acerca de las presiones sociales, en donde la evaluación que obtiene el evaluado se convierte en un salvoconducto, es decir, un pase de aceptación para la sociedad, debido a que la comparación entre resultados del proceso, entre los evaluados, hacen una clasificación. Con esto se le asigna un valor a la calificación cuantitativa
El cuarto factor donde la evaluación se realiza con condicionantes determinados (tiempo, grupo de personas a evaluar, estimulo, cultura organizativa, etc.), partiendo de dos componentes básicos. El primero que corresponde a la comprobación de los aprendizajes, y el segundo a la explicación o atribución. La evaluación indica que la responsabilidad del aprendizaje es netamente del aprendiz, porque no se responsabiliza a las instituciones o los docentes (incluso cuando su fracaso es evidente).
Es importante destacar que el conocimiento académico tiene un doble valor. El valor de uso ( información útil, con sentido, que lleve al aprendizaje) y el valor de cambio ( canjeable por una nota que indica aprobación).
En la sociedad actual, tenemos el ejemplo más claro para demostrar la función y el valor que le asignamos al conocimiento, por ejemplo el título, que es el documento que acredita que se han adquirido saberes o destrezas.

La evaluación es un proceso tan grande, que en las instituciones tienden a reducirla, provocando causas como la confusión de calificación con evaluación, la selección de contenidos ( ya que son sólo conocimientos y destrezas), la tecnificación ( que despoja a la evaluación de dimensiones como la diversidad, la justicia, etc.). Siendo un proceso tan grande, también condiciona al curriculum en todo el proceso de enseñanza aprendizaje. Ahí, el interés del aprendizaje esta generalmente en un segundo lugar, sumándole importancia a las calificaciones. Pero los valores del conocimiento no deben ser antagónicos, sólo la practica repetitiva puede incentivar el interés por las calificaciones.


Concepciones, actitudes y principios éticos del evaluador


Si se piensa que la inteligencia es algo que se da una vez para las personas será más fácil clasificar a los sujetos en grupos de fracaso o éxito. En cambio si se piensa que es algo que se construye, la evaluación estará abierta a la flexibilidad.
A través de las percepciones de los docentes, estos clasifican y etiquetan a los alumnos atribuyéndoles capacidades que pueden predisponer al éxito o al fracaso.
La forma de evaluar indica el concepto que el docente tiene acerca del proceso de enseñanza aprendizaje.
Un docente que vacía conocimientos, evaluará preguntando por los mismos contenidos entregados, en cambio un docente que enseña a buscar el conocimiento, basará su evaluación en comprobar si el aprendiz es capaz de buscar por si mismo su propio aprendizaje.
Cuando la enseñanza es un proceso mecánico de transmisión de conocimientos la evaluación será comprobar si el aprendizaje se ha producido. Con esto, no se practica el aprendizaje autónomo, el trabajo en grupo, no se piensa en los efectos secundarios, etc.
Los docentes desmotivados, practicarán una evaluación centrada en la adquisición de datos y el dominio de competencias ( no se plantean otras exigencias)
La Actitud que se deben plantear los profesionales es hacerse parte del fracaso de los que aprenden
Si el evaluador es indiferente con el proceso, convertirá la evaluación en un método de protección a si mismo de las circunstancias incomodas.
Cuando la evaluación es usada como arma de amenaza no es un estímulo, sino que un instrumento de opresión que se da para dar fruto a las calificaciones. Con esto, los alumnos tienden a no reclamar por la calificación, porque consideran salir perjudicados.
La evaluación es una práctica individualista, porque cada evaluador la practica según sus propios criterios y porque afrontan de manera individual la comprobación de su aprendizaje. No reflexionan acerca de discrepancias en la evaluación realizada por compañeros, sino que importa solo el ámbito de cada uno de ellos. El docente no sólo debe preocuparse por el éxito académico, también debe ocuparse de principios básicos como la relación humana, entre otros. Es decir, la evaluación encierra dimensiones éticas importantes, por ejemplo, si se percibe la realidad social como una jerarquía, el evaluador no será sensible a los prejuicios que tiene los mas desfavorecidos para acceder al conocimiento, porque la forma de practicar la evaluación es tecnicista y aséptica.
Si las instituciones clasifican a los sujetos en función de sus capacidades, su evaluación tenderá a ser clasificadora. Si por el contrario, ayudan al crecimiento de sus posibilidades, la evaluación será individualizada y sensible a las diferencias.


Para mejorar


Primero que nada hay que analizar la práctica para comprenderla y transformarla. Revisarla en forma cooperativa ayudaría al proceso de mejoramiento.
Lo que impulsa a la transformación y a la mejora de la evaluación es la comprensión de la investigación educativa, la que exige una mejora en las prácticas y la que centra el conocimiento en la acción evaluadora.
Hace falta evolucionar las situaciones en las que se desarrolla la práctica, para eso es necesario ejercer la crítica, organizar la exigencia y tener un compromiso como profesionales con la transformación.
Bibliografía: Miguel Ángel Santos Guerra
Especialista en Didáctica y Organización Escolar
Universidad de Málaga